martes, 26 de julio de 2016

RESTAURANTE KOKKEN BILBAO


Consultar Tripadvisor es toda una aventura cuando buscas una recomendación práctica sobre los restaurantes de una ciudad de la cual no conoces su oferta gastronómica. Suelo interesarme por locales con altas valoraciones, ya que pesan más, por ejemplo, 500 Excelentes que 10 Pésimos. Lo mejor viene cuando, una vez visitado el sitio elegido y con un gran resultado, consultas los comentarios que califican un local como pésimo o muy malo.

Esto es justo lo que nos ha pasado en la visita a KOKKEN en la Plaza del Gas de Bilbao. Ya que no conocemos mucho el abanico de restaurantes de la ciudad, saber cuales son los más valorados siempre es algo positivo. Y este local situado muy cerca del ayuntamiento parecía una gran opción, sobre todo al ver el aspecto de sus platos en su página web (http://www.restaurantekokken.com/) y en su página de facebook.

Hicimos bien en llamar por teléfono nada más salir del Museo de Bellas Artes, porque de lo contrario, llegar allí sin avisar hubiera sido totalmente inservible porque nos hubieran despedido con el habitual "está todo reservado" y nos hubiera tocado pulular por los bares de lo viejo buscando pinchos a cierta deshora. Breve intercambio de frases del tipo "hay sitio" "cuantos sois", "luego nos vemos, gracias", con lo cual pudimos entregarnos a la búsqueda de la ración de rabas del Txiriboga para ir aplacando a un estómago que rugía ya con fuerza pidiendo pitanza.


Una vez llegamos a Kokken nos sorprendió lo sencillo de su decoración, con mobiliario básico de madera, papel pintado imitando tablones de madera y una cabeza de trofeo de peluche (aquí viene el apunte técnico de un flipado de los animales como yo: la cabeza pertenece a un tipo de antílope americano, el berrendo, y no a un ciervo como el que aparece en su imagen corporativa en FB. Estas son cosas de las que pocos se dan cuenta, pero yo soy uno de ellos, que le vamos a hacer!!).

Una vez sentados, llegó la sorpresa en la forma en la que conciben el servicio de menús: es un menú degustación abierto a completarlo según el hambre del comensal, la cantidad de vino que queda en la botella o una conjunción de diversos factores. El menú básico son cuatro platos más el postre, acerca de los cuales solo tuvimos que comentar si éramos alérgicos a algún producto o no nos gustaba alguna cosa en especial, ya que de ser así y coincidir con la selección de platos que tenían preparada, cambiarían sin problema el plato. Al confirmarme que no había coliflor, dimos pistoletazo de salida a ese menú de cuatro platos, los cuales íbamos a acompañar con un sensacional tinto de Toro, Flor de Vetus, el cual ya conozco al tenerlo en Honestus y sabía con toda seguridad que podía ser un complemento ideal. Acierto absoluto, ya que completó muy bien platos de carne, pescado e incluso el postre.


Los platos, sencillos en su concepción y presentación, bien condimentados, sabrosos y con raciones de tamaño adecuado para que no se quede en un simple bocado pero tampoco sea algo excesivo y que haga que te llenes una vez acabados los cuatro primeros platos. Nosotros nos plantamos en el menú medio porque habíamos picado algo antes, pero hubiéramos disfrutado del menú largo sin duda alguna, y es lo que haremos en la próxima visita.

























Bonito marinado con salsa de mango y reducción de guindilla. Pescado muy fresco, templado, con un picor moderado y el toque crujiente del sésamo tostado muy agradable. Buen comienzo al que siguió una merluza en tempura con pasta de tomate seco y katsuobushi (finisimas láminas de atún deshidratado). Pescado fresco perfectamente rebozado y frito, crujiente por fuera y muy tierno por dentro, con una salsa excelente que en mi boca me recordaba a la salsa barbacoa. El vino acompañaba perfectamente bien ambos platos con sus matices picantes.

 

Tercer plato, también de pescado y una de las especialidades de la casa: sepia a baja temperatura con salsa teriyaki, algas, alioli suave y almendras. Sepia extratierna, pasada por la plancha para dorarla, con almendra picada y el característico sabor de la soja de la salsa teriyaki, junto con el toque cremoso del alioli. Plato sencillísimo y excelente, la cosa iba para 10 y ya sabíamos que ampliaríamos al menú medio.



Primer plato de carne, consistente en una hamburguesita de entrecot de ternera con queso emmental, remolacha y unas patatillas con especias picantes. El vino seguía yendo a las mil maravillas, y aún quedaba casi media botella. Solución: confirmar al camarero que continuábamos para bingo, que habíamos venido a jugar y que adelante con los dos nuevos platos.


En quinto lugar, el único plato que me hizo torcer un poco el morro, ya que se juntaban dos cosas que me dan repelús: la alcachofa y el puré. Y si encima los juntas en forma de puré de alcachofa, pues mal asunto. Pero amigos, la gracia del asunto es que dicho mejunje servía de base a una deliciosa vieira, justo la parte blanca y jugosa de dicho molusco bivalvo. Y yo, que estaba harto de ver a los americanos cocinar "scallops" en Master Chef y TOP CHEF en la versión USA, sabía que me lo tenía que comer. Y que rica estaba, que jugosa textura, que sabor a marisquito rico!! Simplemente opté por no rebañar dicho puré y comerme el que ya estaba impregnado en la vieira, y fue una solución magnífica. Podría haber dicho que me lo cambiaran, y posiblemente lo habrían hecho, pero no me pareció adecuado por una manía personal hacia ciertas texturas y esa verdura diabólica!!


Y para terminar los seis platos antes del postre, de nuevo carne y de nuevo de ternera, en este caso en forma de rico solomillo con boniato confitado y salsa de melocotón y chile chipotle. Dulce y picantón al mismo tiempo, rock&roll en la boca y el Flor de Vetus animando el cotarro en ese momento que ya había cogido buena temperatura. Estábamos listos para el postre y así se lo hicimos saber al mesero.


Y al llegar el postre escuché algo que hizo que saltaran todas las alarmas: LECHE. Bizcocho empapado en leche. Con helado de limón, salsa de frutos rojos y crumble de galleta. Pero si si, bizcocho empapado en LECHE, ese líquido blanco que hace ya taitantos años dejé de tomar porque me pareció detestable. Pero como mi madre me decía que tengo que probar las cosas antes de patalear diciendo que no me gustan, me metí un trocito de ese bizcocho empapado en LECHE, eso si, bien embadurnado en frutos rojos, limón y galleta. Y porque no tenía al alcance el puré de alcachofas, que hubiera sido hasta buena solución. Y aunque mi consorte afirmaba que sabía mucho a leche, a mi no me lo pareció y di buena cuenta de todo el postre, poniendo el colofón magnífico a esta comida tan estupenda. Apuramos el vino, rechazamos el café y nos obsequiaron con una cuenta totalmente asumible y muy bien valorada en cuanto a lo que comimos y como lo disfrutamos.



En definitiva, un enorme descubrimiento el KOKKEN, muy bien situado, con una propuesta original, desenfadada, sencilla, agil en su ejecución y servicio, sabrosa y convincente en cuanto a la comida, tanto en cantidad como en calidad y a un precio la mar de competitivo. Los comentarios "pésimos" de Tripadvisor, leídos una vez visitado el local, no tienen ningún fundamento, ya que hay mucho snob que quieren, como dicen algunos, "un pescado grande que no pese mucho". Pues eso, que volveremos encantados, bien merecerá la pena una segunda visita!!